31 de mayo de 2009

Paz


Después de doscientas entradas contando patrañas viajeras, este viajero insatisfecho se hace su pregunta. Ya, decenas de veces.
¿Por qué nunca ha escrito de su experiencia en el Taj Mahal?.
Ni siquiera -piensa- ha colocado una fotografía de este mítico lugar.
Tiene miedo.
¿Por qué?.
Quizás no sepa describir aquel momento, la visión que tuvo en su interior y que sería necesario plasmar si dibujara aquel instante.
Se levantó no muy temprano.
Después de desayunar, abandonó la humilde guest-house donde había pernoctado aquella noche. Uno de los muchos jóvenes ricksaw que estacionaban delante del hotelucho para viajeros se ofreció a llevarle.
Sus simpáticas maneras le animaron.
Con varios días ya en la India tomando este popular medio de transporte, le comían la curiosidad y las ganas de querer conducirlo. Se lo propuso al enjuto pero fibroso muchacho e intercambiaron los papeles. El mochilero conducía por un largo paseo de la ciudad de Agra, de árboles centenarios, mientras el hindú sonriente se dejaba llevar cómodamente sentado. Fue un rato de intenso esfuerzo pero, guiado por sus indicaciones, consiguieron poco a poco ir acercándose al Taj Mahal. No le vislumbraban aún cuando se rindió ante el agotador pedaleo y las gordas gotas de sudor húmedo que desprendía su frente.
Se sentó en el lugar que entonces le correspondía.
Mientras pensaba, y admiraba el duro trabajo de aquel ricksaw-man, recorrieron la última avenida y llegaron a la entrada del monumento.
¿Qué sintió al verlo a lo lejos, después de un amplio, simétrico y cuidado jardín?: Paz.

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23 de mayo de 2009

La canasta (Filipinas)

Cada país -este viajero insatisfecho ya ha realizado sus comprobaciones- tiene su deporte. En algún territorio, tal evidencia les engrandece y les relanza al mundo donde la ilusión e imaginación son una importante componente de vida.
En Filipinas, cuando cenaba en las terrazas de madera al aire libre, la televisión transmitía uno -cualquiera- de los partidos de la NBA; en los lejanos pueblos, situados a lo largo de la carretera, la canasta se alzaba principal y era habitual ver a un par de jóvenes jugando solitarios al baloncesto. Un filipino que le abordó en Cebú City, al enterarse de su origen, le recitó, de carrerilla, los nombres de todos los españoles que juegan en los campos USA.
Ejemplos significativos.
Si Gasol hubiera nacido allí, sería un mito. Habría aprendido en esas canastas solitarias y, quizás, se habría endiosado con la admiración ciega que demuestra el filipino hacia sus ídolos gigantes deportivos.
Bajitos sí son los filipinos, pero sus mitos son los más altos del basketball, los más grandes de la cancha, los mejores en mates y triples del circuito NBA.
Este mochilero aún recuerda a aquel niño que, bajo una solitaria y artesana canasta, miraba inmóvil, pensativo y, quizás, triste su torcido y destrozado aro. No pudo hacer la fotografía del momento, pero aquel instante circula en su mente como símbolo imaginario de Filipinas, del ‘país de las 7.000 islas’.

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18 de mayo de 2009

Es un apenado recuerdo

Hubo una mano que le ayudó, por interés -por supuesto- pero la mano allí estuvo, cerca, cálida, sin aspavientos, con simpatía y sencillez. La mano era infinita. El calor, aunque un resquicio, se dejaba notar. Hace unos días esa mano se adormeció para siempre, ¡maldita sea!.
Este es el homenaje del viajero insatisfecho para aquel hombre, dos veces casado con la misma mujer, que conoció un lejano día en Arusha (Tanzania), le contrató para que le llevara y guiara por el antiguo cráter del Ngorongoro y, luego, él le paseó desinteresado también por el Parque Nacional de Tarangire. El libro-guía decía de este parque nacional y de la zona del río que transita por él, “está infestada de moscas tse-tsé, a la que los animales salvajes son resistentes; los masai no quieren instalarse allí con sus ganados porque sus animales domésticos no lo son”. Estos libretos, a veces, se pasan de tremendistas y asusta-viajeros.
Este amigo tenía, a unos kilómetros del lugar, un camping, nada lujoso -rudimentario, diría- en una zona de sabana seca. Un negocio casi ruinoso pero que le había aportado un dinero suplementario.
Murió hace días, joven, con proyectos, con futuro y -seguro- con varios business inacabados.
De su muerte se enteró de casualidad.

Se apenó en silencio.

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13 de mayo de 2009

Viaje -en el tiempo- al frente (1939)

Autobiografía de un cómico (NO publicada)
El tiempo se diluye, callado, sin acontecimientos, con rumores que nos encandilan o nos dejan sin fuerzas para pensar. Se habla de paz, de armisticio. Dicen que Francia e Inglaterra lo proponen y van a tratar de retirar a todos los combatientes extranjeros de ambos bandos. Pero nosotros tampoco queremos pensar, sólo queremos que la vida se vaya consumiendo sin demasiadas emociones. No hay jaleo en el frente, en las trincheras que cubren la defensa de la capital, y eso nos agrada porque no tenemos que estar en guardia constante, ojeando los movimientos del enemigo. Para eso están los puestos de escucha. Tenemos tiempo suficiente para jugarnos al tute los pocos cigarrillos. Comemos mejor, no sé por qué razón, pero las raciones son mayores y pensamos que mejor cocinadas.
Hay más tabaco.
Lo que hace falta, mucha falta, son más putillas. La unidad lleva más de cinco meses sin ser relevada, sin descanso. Muchos ‘nos subimos por las paredes’. Nos masturbamos cuándo y dónde podemos. A estas alturas de la guerra sólo queremos hablar de mujeres. En la próxima guerra, nuestros eximios dirigentes tendrán que pensar más en nuestras impuras necesidades, en los hombres que se consumen en las trincheras, día y noche, zambullidos en esas zanjas entre ratas hambrientas y barro, y mierda y roña y muerte. Tenemos derecho a ejercer nuestra condición de hombres, no solamente a matar, aunque las pobrecillas se morirían de frío, mordisqueadas sus tetas por las asquerosas ratas de trincheras. Violadas y avasalladas por ‘la bestia’ que vive en los hombres, forzados a matar”.



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9 de mayo de 2009

Las ventanillas de Otuzco

En Cajamarca (Perú) estuvo este viajero insatisfecho.
Visitó uno de los sitios más ofertados, el “Cuarto de rescate”, donde se supone que nuestro Pizarro retuvo a Atahualpa, antes de darle matarile, y le pareció un montaje. Pero la ciudad tiene algo, algo especial que la convierte en española.

[De nuevo, los antiguos españoles arrasando con la cultura local].
Donde este mochilero no encuentre a un vasco, será que el sitio no fue descubierto o no fue incluido aún en el mapa. Allí, y en este caso, una vasca: guapa, simpática, de mirada ágil, joven, encantadora con los lugareños -no siempre fácil- y curiosota como pocas. Con ella, probó el cuy peruano (una especie de ganster horneado). De ella, mantiene un grato recuerdo, y unas fotos.
A tan sólo unos pocos kilómetros de Cajamarca, se encuentran las ventanillas de Otuzco que destacan en los laterales de un extenso verdoso valle. Son la necrópolis de una población pre-inca (¿cuál?), anterior a la cultura caxamarca, de probable influencia wari. Todo esto lo dice la documentación consultada, pero lo interesante es estar allí, bajo esos cientos de galerías y nichos individuales, que asemejan ventanas, horadados en la roca volcánica, con entradas de corte rectangular o cuadrangular. Contaba el guía, de aquella excursión dominguera de peruanos, a la que se apuntaron la uroleña (de la ribera del Urola) y este mochilero, que los incas ya encontraron estos nichos, los vaciaron de huesos y convirtieron en graneros.
¡Hay que echarle huevos!.
En algunos nichos -decía un lugareño- hay galerías angostas y misteriosas, de final inalcanzable, que comunican con Cajamarca y otras ciudades incas”.
No comprobado.
¡Bendita imaginación!.

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4 de mayo de 2009

Un imaginario blog de viajes

El viaje para el viajero insatisfecho es una actividad, un desplazamiento voluntario y temporal cuyo protagonista es el hombre, por lo que, al desarrollarse en el campo personal, cada quien tiene su interpretación, que depende de sus vivencias, deseos, gustos, motivos, cultura o idioma. Es la tendencia natural del ser humano a cambiar de sitio para beneficiarse de las bondades de otros lugares distintos de aquel donde usualmente vive y descansar en ambiente agradable, para esparcimiento, recreación, o con el fin de conocer o explorar.
Un imaginario blog de viajes se compone de relatos de viajes que se ajustan a una o más de las características comunes: un relato no ficticio, que se escribe en primera persona, o no; que describe el viaje a través de un paraje o país extranjero con numerosas observaciones sobre el paisaje, la geografía, la flora, la fauna, los habitantes, el modo de vida, la historia y las costumbres sociales del país. Relata los acontecimientos que surgen e invaden sus vivencias con rigor, aunque inevitablemente vayan pasadas por el filtro personal. Podría servir perfectamente lo que le dijo Paul Bowles a Paul Theroux sobre los libros de viajes:

  • El relato de lo que le ocurrió a una persona en determinado lugar, y nada más que eso. No contiene información acerca de hoteles y carreteras, ni listas de frases útiles, estadísticas o sugerencias acerca de la clase de ropa que el visitante podría necesitar. Es posible que tales libros estén condenados a la extinción. Espero que no, porque no hay nada de lo que yo disfrute más que de leer el relato de un escritor inteligente acerca de lo que le ocurrió lejos de casa”.


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